miércoles, 1 de abril de 2015

SANTO ROSARIO PARA EL TIEMPO DE PASIÓN MEDITADO CON LA CARTA A LOS HEBREOS


MISTERIOS GLORIOSOS
Monición inicial: 
Cercana ya el Sagrado Triduo Pascual, la Iglesia nos invita a recoger nuestros sentidos e introducirnos en los momentos culminantes de nuestra redención, uniéndonos íntimamente a nuestro Señor Jesucristo y a su Madre y madre nuestra, la Virgen Dolorosa.
Al contemplar los misterios gloriosos, nuestra fe se confirma y reconforta con la esperanza de que tras la peregrinación en este mundo, hay una vida en el cielo conseguida a precio de la sangre de Cristo.
Señor mío Jesucristo... 

1.-La Resurrección del Señor.
 “Cristo posee un sacerdocio perpetuo, porque permanece para siempre. De ahí que pueda también salvar perfectamente a los que por él se llegan a Dios, ya que está siempre vivo para interceder en su favor. Hb 7, 24-25
2.- La Ascensión del Señor
 “Tenemos un Sumo Sacerdote tal, que se sentó a la diestra del trono de la Majestad en los cielos,  al servicio del santuario y de la Tienda verdadera, erigida por el Señor, no por un hombre. Porque todo Sumo Sacerdote está instituido para ofrecer dones y sacrificios: de ahí que necesariamente también él tuviera que ofrecer algo.” Hb 8, 2-3
3.- La Venida del Espíritu Santo
 “Si la sangre de machos cabríos y de toros y la ceniza de vaca santifica con su aspersión a los contaminados, en orden a la purificación de la carne, ¡cuánto más la sangre de Cristo, que por el Espíritu Eterno se ofreció a sí mismo sin tacha a Dios, purificará de las obras muertas nuestra conciencia para rendir culto al Dios vivo!” Hb 9, 13-14
4.- La Asunción de María Santísima a los cielos en cuerpo y alma
 “Por eso Cristo es mediador de una nueva Alianza; para que, interviniendo su muerte para remisión de las transgresiones de la primera Alianza, los que han sido llamados, reciban la herencia eterna prometida.” Hb 9, 15
5.- La Coronación de la Virgen como Reina y Señora

 “Deseamos, no obstante, que cada uno de ustedes manifieste hasta el fin la misma diligencia para la plena realización de la esperanza, de forma que no se hagan indolentes, sino más bien imitadores de aquellos que, mediante la fe y la perseverancia, heredan las promesas.” Hb 6, 11-12