viernes, 11 de diciembre de 2015

EL AMOR, VERDAD TRANSFORMADORA. REFLEXÍÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 4)

EL AMOR, VERDAD TRANSFORMADORA.
REFLEXÍÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 4)

Descubriéndose amado por Dios, el hombre comprende la propia dignidad trascendente, aprende a no contentarse consigo mismo y a salir al encuentro del otro en una red de relaciones cada vez más auténticamente humanas.
Nuestro Señor Jesucristo, Única verdad y Maestro para los hombres de todos los tiempos, pues él es la Palabra definitiva de Dios a la humanidad, nos descubre que Dios -Dios- nos ama. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para que el mundo sea salvo por él” Juan 3, 16-17.
El amor ha sido el motivo de toda la historia de la salvación. El amor ha sido el motivo de este Adviento de Dios a nosotros. El motivo de la Encarnación, Vida, Pasión y Muerte del Señor. Esta verdad que descubrimos al contemplar al Crucificado ha de ser la verdad vertebradora de nuestra relación con Dios y con los hermanos; en esto consiste el mandamiento nuevo: “Amaos los unos a los otros como yo os he amado.”
El cristiano –y, en definitiva el hombre que se descubre amado por Dios- es capaz de transformar su propia vida y transformar el mundo y las personas que le rodean pues será el amor la motivación de todas sus acciones: no actuará por intereses propios y egoístas, no se dejará llevar por sus bajas y malas pasiones… ¡Qué bien entendió esto San Agustín. “Ama y haz lo que quieras!”, porque el amor nunca hará algo malo.

A la Virgen Inmaculada nos acogemos y le pedimos al Señor junto con San Francisco de Asís: Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz, -que es lo mismo, un instrumento de tu amor: donde hay discordia, poner unión; donde haya error, poner verdad; donde haya duda, poner fe; donde haya desesperación, poner esperanza;  donde haya tinieblas, poner yo luz; donde haya tristeza, poner yo alegría.