domingo, 13 de diciembre de 2015

SE NOS RECOMIENDA LA HUMILDAD DE JUAN


Homilía del oficio de maitines

III DOMINGO DE ADVIENTO

Forma Extraordinaria del Rito Romano


Homilía de San Gregorio, Papa
Por las palabras de esta lección, se nos recomienda, hermanos carísimos, la humildad de Juan, el cual siendo de tanta santidad que podía ser tenido por Cristo, prefirió estar sólidamente fundado en sí mismo, a ser vanamente elevado por la opinión de los hombres sobre lo que era. Confesó, pues; no negó. Confesó que él no era Cristo. Mas al decir: No lo soy, negó claramente que fuese  lo que era, pero no negó ser lo que era, a fin de que diciendo verdad, fuera miembro de aquel cuyo nombre no tomaba falsamente. Por lo mismo, no queriendo tomar el nombre de Cristo, fue constituido miembro de Cristo, porque mientras procuró reconocer humildemente su debilidad, mereció participar verdaderamente de su excelsitud.
Pero recordando la sentencia pronunciada por nuestro Redentor en otro lugar y comparándola  con la presente, se nos ofrece una cuestión muy complicada. Y a la verdad, preguntando el Señor en otro lugar por sus discípulos acerca del advenimiento de Elías, respondió: “Elías ya ha venido, y no le conocieron, sino que hicieron contra él cuanto quisieron, y si queréis saberlo: el mismo Juan es Elías”. Más, ahora vemos que preguntando Juan, dice: “No soy Elías”. ¿Cómo puede explicarse estos, carísimos hermanos, que lo afirmado por la Verdad sea negado por el Profeta de la Verdad? Pues cosas muy diversas son: El mismo es; y No lo soy. ¿Cómo, de consiguiente, puede ser profeta de la verdad, si no está conforme con las palabras de la verdad?

Pero examinando con sutileza la misma verdad, hallaremos que no se contradice lo que entre sí parece contrario. Hablando el Ángel a Zacarías dice de  Juan: “El mismo irá ante él con el espíritu y virtud de Elías”. Con razón se dice de Juan que había de venir con el espíritu y virtud de Elías, porque así como Elías precederá el segundo advenimiento del Señor, así Juan precedió el primero. Y así como aquel ha de venir precursor del Juez, así éste ha sido constituido precursor del Redentor. Por lo tanto, Juan en el espíritu era  Elías, y en la persona no lo era. Y de consiguiente lo que el Señor dice del espíritu, lo niega Juan de la persona.