miércoles, 13 de enero de 2016

DEJAOS TRANSFORMAR POR EL AMOR. REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 30 y 31)

DEJAOS TRANSFORMAR POR EL AMOR.
REFLEXIÓN DIARIA DEL COMPENDIO DE LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA (n. 30 y 31)
30 El testimonio del Nuevo Testamento, con el asombro siempre nuevo de quien ha quedado deslumbrado por el inefable amor de Dios (cf. Rm 8,26), capta en la luz de la revelación plena del Amor trinitario ofrecida por la Pascua de Jesucristo, el significado último de la Encarnación del Hijo y de su misión entre los hombres.
31 El Rostro de Dios, revelado progresivamente en la historia de la salvación, resplandece plenamente en el Rostro de Jesucristo Crucificado y Resucitado. Dios es Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo, realmente distintos y realmente uno, porque son comunión infinita de amor. 
Nosotros cristianos creemos en el Dios que Jesucristo nos revela: Dios, Trinidad de personas. Dios, misterio insondable de Amor.
Dios que es Padre y ama al Hijo infinitamente, lo envía para rescatarnos del poder del pecado y de la muerte. “En esto hemos conocido el amor de Dios, en que envió a su Hijo”.
El Hijo que ama infinitamente al Padre obedece a su designio salvífico y se entrega para hacernos partícipes del amor del Padre.
El Espíritu Santo, Amor del Padre al Hijo y del Hijo al Padre, por quién somos amados y somos capaces de amar.
Dios es amor en sí mismo y Dios es amor hacia nosotros. He aquí la razón de todo: desde la creación, la encarnación y la redención…  yo mismo, existo y soy, por amor de Dios.
Hemos de caer en la cuenta de lo importantes que somos para Dios, de lo que nos ama. Hemos de descubrir y sorprendernos de la gratuidad de su amor. Hemos de intentar corresponder a su amor con amor.
Termina el compendio estos puntos diciendo: Jesucristo revela a la humanidad que Dios es Padre y que todos estamos llamados por gracia a hacernos hijos suyos en el Espíritu (cf. Rm 8,15; Ga 4,6), y por tanto hermanos y hermanas entre nosotros. “No tengáis miedo. Abrid las puertas de par en par a Cristo” –era la invitación que el Papa Juan Pablo II hacía al inicio de su Pontificado y que el Papa Benedicto completó diciendo: “Él no os quita nada y os lo da todo.” Es el mensaje de hoy para nosotros y es el mensaje que hemos de transmitir al hombre de hoy necesitado de salvación.