jueves, 25 de febrero de 2016

APRENDED DE MÍ A SER MANSOS Y HUMILDES DE CORAZÓN. San Agustín¡


Homilía de maitines

24/25 de febrero
SAN MATÍAS APÓSTOL (II clase)
Forma Extraordinaria del Rito Romano

Homilía de San Agustín Obispo
Sermon 10 sobre las palabras del Señor
Venid a mí los que estáis cansados y agobiados con penas y trabajos. ¿Por qué todos estamos agobiados, sino porque somos hombres mortales, frágiles, enfermos, cargados con estos vasos de barro, ocasión unos para otros, de sufrimientos y molestias? Más si estos vasos de carne nos tienen oprimidos, ensanchemos en nosotros los espacios de la caridad. ¿Por qué dice: “Venid a mí todos los que sufrís”, sino para que no sufráis? Ved, si no, la promesa que nos hace inmediatamente. Acaba de llamar a sí a los que sufren, y éstos pueden preguntarse qué recompensa les ofrece. “Y yo, dice, os aliviaré. Tomad mi yugo sobre vosotros y aprenden de mí”, no a fabricar el mundo, no a crear las cosas visibles e invisibles, no a realizar maravillas en el mundo, ni a resucitar a los muertos, sino a ser humildes y mansos de corazón.
¿Quieres ser grande? Comienza por ser pequeño. ¿Piensas edificar una muy elevada construcción? Ante todo piensa en el fundamento de la humildad. Cuando uno se prepara para levantar una gran edificación, tanto más hondo cava el fundamento cuanto el edificio ha de ser más alto. Y a la verdad, cuando se construye, el edificio, se eleva hacia lo alto; mas aquel que cava el fundamento desciende hasta lo profundo. De consiguiente, el edificio ha de elevarse, comienza en el fondo del suelo,  y no se llega a la altura del remate sino después de esta humillación.

¿Cuál es la cumbre de la edificación que intentamos construir? ¿A dónde ha de llegar?  Me apresuro a decirlo: hasta la visión de Dios. Ya podéis comprender que cosas tan excelsa y tan grande sea ver a Dios. La verdadera felicidad, en efecto, consiste en ver a aquel Dios que nos ve. Los adoradores de los dioses falsos los ven sin dificultad, más ven a aquellos que tienen ojos y no ven. A nosotros se nos promete la visión del Dios que vive y que nos ve.