miércoles, 30 de marzo de 2016

LOS DISCÍPULOS ESTABAN AÚN ENTRE LAS OLAS DE ESTA VIDA. San Gregorio, papa


Homilía de maitines

MIÉRCOLES DE PASCUA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN GREGORIO, PAPA
Homilía 24 sobre los Evangelios
Hermanos míos, la lección del Santo Evangelio que acabáis de oír, ofrece a nuestro entendimiento una cuestión. Más al llamarnos la atención indica la necesidad de distinguir convenientemente. Se puede preguntar, ¿por qué Pedro, siendo pescador antes de su conversión, después de convertido volvió a la pesca? Si la verdad dice: “Todo aquel que pone su mano en el arado, y mira atrás, no es apto para el reino de Dios”, ¿Por qué volvió a tomar lo que dejo? Más si se mira la razón de esta discrepancia, luego se ve que el oficio que ejerció sin pecar antes de convertirse, pudo después sin pecar, volver a tomarlo.
Pues sabemos que San Pedro fue pescador, y que San Mateo fue cobrador de impuestos; y San Pedro después de su conversión volvió a la pesca; pero San Mateo no volvió a encargarse de su telonio. Porque una cosa es buscar la vida con el oficio de pescador, y otra amontonar dinero con los lucros de los impuestos. Pues hay muchos negocios que rara vez o nunca se pueden ejercer sin pecar. Es necesario, pues, que después de la conversión la voluntad huya del peligro de pecar.
Se puede preguntar también, por qué trabajando los discípulos en el mar, se quedó en Señor en la orilla, después de su resurrección, siendo así que antes de su resurrección había caminado sobre las olas del mar a la vista de sus discípulos. Más si se piensa en la significación del hecho, se ve al instante la razón. Porque ¿qué otra cosa significa el mar, sino el presente siglo, en que las vicisitudes y agitaciones de la vida corruptible semejan a las olas del mar que sin cesar chocan y se estrella unas con otras? Y, ¿qué se representa por la solidez de la orilla, sino la duración del eterno descanso? Por esto, como los discípulos estaban aún entre las olas de esta vida mortal, trabajaban en el mar. Y cono nuestro Redentor no tenía ya carne corruptible, se quedó en la orilla después de su resurrección.