sábado, 12 de marzo de 2016

MARÍA, VIRGEN AGRADECIDA CON LOS ÁNGELES VIRTUDES DE NUESTRA MADRE


MARÍA, VIRGEN AGRADECIDA CON LOS ÁNGELES
VIRTUDES DE NUESTRA MADRE
Un corazón agradecido nace de un corazón humilde que se reconoce indigno de toda gracia y de todo bien. El soberbio, el egocéntrico, el prepotente no puede ser agradecido porque vive pensando en que todo el mundo tiene que rendirse ante él, darle gloria y alabanza… El humilde en cambio siempre agradece, siempre sonríe.
María Santísima es Virgen agradecida: cuánto más Dios le concedía más ella se humillaba y agradecía: Magnificat anima mea Dominum.
Su agradecimiento no era solo hacia Dios, sino también hacia aquellos que son sus servidores: los santos ángeles.
¿Cómo sería la relación de Nuestra Señora con su ángel de la guarda? La historia de los santos nos refieren como muchos de ellos tenía una relación tan cotidiana y habitual con él que dios les concedía gozar de su presencia sensible y poder verlos a su lado. Un ejemplo reciente es el mismo Padre Pío que desde niño gozaba de sus visiones, sentía su presencia física, recibía de él mensajes y consejos. Incluso, el Padre Pio trataba con los ángeles custodios de otras personas.  
Estas son algunas de sus palabras sobre ellos:
“Tenle gran devoción a este Ángel Bienhechor. ¡Qué consolador es el pensamiento de que junto a nosotros hay un espíritu que desde la cuna hasta la tumba, no nos deja ni un instante ni siquiera cuando nos atrevemos a pecar!
“Este espíritu celeste nos guía y nos protege como un amigo o un hermano. Es también consolador saber que este ángel reza incesantemente por nosotros, ofrece a Dios todas las buenas acciones y obras que hacemos; y nuestros pensamientos y deseos, si son puros.
Hay un principio en la mariología y es que toda gracia que un santo haya recibido, la Virgen María la recibió en su más alto grado. ¿Cómo sería entonces su trato con el santo ángel custodio viendo este ejemplo del Padre Pío? ¿Qué consuelos, que inspiraciones, que amor y cuidado recibiría la Virgen de su ángel custodio? Y, ¿cómo ella agradecería a tal fiel amigo sus servicios y atenciones? Ella, Reina de los ángeles, coronada sobre todas las realidades de la tierra y del cielo, agradeciendo humildemente a su mismo custodio.
Solamente esto nos hace caer en la cuenta de nuestro descuido y desagradecimiento hacia nuestro ángel custodio, que desde siempre está a nuestro lado y que nosotros tantas veces ignoramos y desperdiciamos su ayuda… O, lo que sería terrible, dudamos de su existencia.
Por caridad, -dice el Padre Pío, pero podemos ponerlo en boca de nuestra Señora -no te olvides de este compañero invisible, siempre presente y siempre pronto a escucharnos y más todavía para consolarnos. ¡Oh, feliz compañía, si supiésemos comprenderla!”. “Invoca a  tu Ángel de la guarda, que te iluminará y te conducirá por el camino verdadero a Dios. Es Dios el que te lo ha puesto, cercano está de ti;  por tanto  debes valerte de él”.

La Santísima Virgen agradecida a su ángel custodio pero también a todos los ángeles que Dios envió durante su vida desde el árcangel san Gabriel que le llevó el mensaje más grande que el mundo podría escuchar hasta los ángeles en la noche de Belén y durante toda su vida en la tierra. Agradecimiento  de Nuestra Señora también ahora en el cielo, gozosa y llena de felicidad, servida y bendecida por los ángeles de su Hijo… Y ella, agradece, regala gracia y dones, se da del todo, entrega su amor de madre… Por eso, como los mismo ángeles, veneremos, amemos y sirvamos a María pues a ella Virgen agradecida nadie le gana en generosidad; pues como dice San Luis María Grignon de Montfort a los que quieren ser verdaderos devotos de María que: “Cuando del todo nos hayamos dado a Ella, en cuanto darnos podamos, despojándonos en su honor de todo, Ella, infinitamente más generosa, se comunicará del todo a nosotros, con sus méritos y virtudes; Ella colocará nuestros presentes en la bandeja de oro de su caridad; Ella, como Rebeca a Jacob, nos revestirá de los hermosos vestidos de su primogénito y unigénito Jesucristo, es decir, de sus méritos, que a la disposición de Ella están; y así, como esclavos y domésticos suyos, después de habernos despojado de todo para honrarla, tendremos dobles vestidos (omnes domestici ejus vestiti sunt duplicibus); trajes, galas, perfumes, méritos y virtudes de Jesús y de María, en el alma del esclavo de Jesús y de María, despojado de sí mismo y fiel en vivir su consagración.