sábado, 9 de marzo de 2024

NOVENA A SAN JOSÉ. Con textos de San Alfonso María de Ligorio

NOVENA A SAN JOSÉ

con san Alfonso María de Ligorio

 

 

ORACIONES PARA COMENZAR TODOS LOS DÍAS

Por la señal…

Acto de contrición: Señor mío, Jesucristo

 

INVOCACIONES

·        Eterno Padre, por el amor que tienes a san José escogido por ti entre todos para representarte en la tierra, ten piedad  de nosotros.  Gloria Patri.

·        Eterno Hijo, por el amor que tienes a san José, tu fiel custodio en la tierra, ten piedad  de nosotros.  Gloria Patri.

·        Eterno Espíritu Santo, por el amor que tienes a san José, custodio de la Virgen María, tu dilectísima esposa, ten piedad de nosotros. Gloria Patri

 

Se lee lo correspondiente a cada día. Antes de la jaculatoria se hace un momento de silencio para pedir la gracia que se desea obtener por la intercesión de San José. Se recita la jaculatoria y se reza un padrenuestro, avemaría y gloria. Los textos de esta novena están extractados de las Visitas a San José compuestas por San Alfonso María de Ligorio.

 

ORACIONES PARA FINALIZAR CADA DÍA.

Pídase la gracia que se desea alcanzar en esta novena por intercesión de San José.

 

Para concluir puede recitarse un padrenuestro, avemaría y gloria con la oración siguiente o rezar las letanías del santo.

 

Acordaos, purísimo Esposo de la Santísima Virgen María, dulce protector mío San José, que jamás se ha oído decir que ninguno de los que han acudido a vuestra protección y reclamando vuestro auxilio, haya quedado sin consuelo. Con esta confianza vengo a vuestra presencia y me encomiendo fervorosamente a Vos. No despreciéis mi súplica, ¡Oh Padre adoptivo del Redentor!, antes bien, acogedla benignamente. Amén

 

LETANÍAS A SAN JOSÉ

Señor, ten piedad

Cristo, ten piedad

Señor, ten piedad

Cristo, óyenos

Cristo, escúchanos

Dios, Padre Celestial, ten misericordia de nosotros

Dios, Hijo Redentor del mundo,        

Dios, Espíritu Santo,                           

Santísima Trinidad, un solo Dios,      

San José, ruega por nosotros

Descendiente ilustre de David,

Lumbrera de los Patriarcas,

Esposo de la Madre de Dios,

Custodio purísimo de la Virgen,

Padre defensor del Hijo de Dios,

Solícito defensor de Cristo,

Jefe de la Sagrada Familia,

José justísimo,

José castísimo,

José prudentísimo,

José fortísimo,

José obendientísimo,

José fidelísimo,

Espejo de paciencia,

Amante de la pobreza,

Modelo de obreros y artesanos,

Gloria de la vida doméstica,

Custodio de las vírgenes,

Amparo de las familias,

Consuelo de los menesterosos,

Esperanza de los enfermos,

Patrono de los moribundos,

Terror de los demonios,

Protector de la Santa Iglesia,

 

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, perdónanos, Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo, óyenos, Señor

Cordero de Dios, que quitas los pecados del mundo,

ten piedad de nosotros.

 

V/.  Ruega por nosotros, san José,

R/. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro  Señor Jesucristo.

 

Oremos: Oh Dios, que en tu inefable providencia elegiste a san José como esposo de la santísima Madre de tu Hijo, concédenos tener como intercesor en el cielo a quien veneramos como protector en la tierra. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.  Amén.

***

AVE MARÍA PURÍSIMA, SIN PECADO CONCEBIDA.

***

PRIMER DÍA. ¿Qué Ángel o que Santo, dice San Basilio, ha merecido ser llamado Padre del Hijo de Dios? Sólo San José tiene derecho a este título incomparable. Con este sólo nombre de Padre, fue José honrado por Dios más que los Patriarcas, Profetas, los apóstoles y los Pontífices, ya que todos estos tienen el nombre de siervos; mas San José lleva merecidamente el nombre de Padre. 

¡Oh glorioso Patriarca! Yo venero en Vos al elegido de eterno Padre para que compartiese con Él la altísima e incomparable autoridad que goza sobre su Unigénito Hijo. Hacedme experimentar vuestra gran privanza con Dios, y vuestra tierna caridad para conmigo, alcanzándome todas las gracias que necesito para conseguir la eterna salvación.

Jaculatoria.— San José, Padre adoptivo del Hijo de Dios, rogad por nosotros.

***

SEGUNDO DÍA. Habiendo Dios destinado a San José para ejercer el noble cargo de padre sobre la augusta persona del Verbo encarnado, debe tenerse por cierto que le confirió todas las dotes de sabiduría y santidad que le eran menester para ello. 

¡Oh, bienaventurado Patriarca! Vos que ahora estáis en el Cielo, cerca de vuestro amado Jesús, tened compasión de mí, que vivo todavía en este valle de miseria, rodeado de tantos enemigos y siempre expuesto al peligro de perder la gracia de Dios. Socorredme, pues, amorosamente; cubridme con las alas de vuestro poderoso patrocinio, y no dejéis de protegerme hasta que me halle en posesión de la patria bienaventurada. 

Jaculatoria.— Alcanzadme, glorioso San José, las gracias que necesito para mi salvación.

***

TERCER DÍA. Según San Juan Damasceno, el Señor dio a San José, con el fin de falicitarle su cargo cerca de Jesús, las tres principales cualidades de un excelente padre, esto es: el amor, la vigilancia y la autoridad. Diole la autoridad de padre para que el Hijo de Dios le obedeciese en todas las cosas; la solicitud y vigilancia de padre, a fin de que le asistiese y custodiase con todo cuidado tan precioso tesoro; y, finalmente, le dio el afecto de un tiernísimo padre.

¡Oh, Santo Patriarca! Vos, que tanto deseáis ver amado a Jesús, alcanzadme un ardiente amor para con este Redentor divino. 

Jaculatoria.— Protegednos, bendito Patriarca, con paternal amor.

***

CUARTO DÍA. El ejemplo de Jesucristo, que quiso en la tierra honrar a San José, hasta el extremo de sujetarse en todo a su autoridad, debería excitar en nosotros mucha devoción a este gran Santo; pues merece ser muy honrado de los hombres quien por el Rey de reyes fue tan honrado y enaltecido. 

Vos sois también nuestro padre, oh glorioso San José, y nosotros vuestros hijos, que ya somos hermanos de Jesús. Por este título tenemos derecho a la ternura de vuestro corazón paternal, y aguardamos confiados vuestra protección en esta vida, y especialmente en la hora de nuestra muerte. 

Jaculatoria.— Concedednos la gracia de implorar vuestro patrocinio con filial confianza.

***

QUINTO DÍA. Pasmados quedaron los hebreos cuando Josué mandó al sol que se detuviese y vieron que el sol le obedeció. Mas, ¿qué comparación puede caber entre Josué, que se ve obedecido del sol, criatura inanimada, y José, que se ve obedecido de Jesucristo, que es el mismo Hijo de Dios? 

Humildísimo San José: ¡cuáles serían los sentimientos de vuestro corazón, cuando veíais a Dios sometido a vuestras órdenes! 

Oh, poderoso abogado de nuestras almas: rogad por mí a este divino Redentor, decidle que me perdone mis pecados; decidle también que me desprenda de las criaturas y de mí mismo; decidle, en fin, que me encienda en su santo amor, y después disponga de mí como le agrade. 

Jaculatoria.— Alcanzadme que obedezca siempre la voluntad de Dios.

***

SEXTO DÍA. “No sé –decía Santa Teresa- cómo se puede pensar en la Reina de los Ángeles, en los años que pasó con el Niño Jesús, sin dar gracias a San José por lo bien que les ayudó en ellos.” Sí, porque el Santo Patriarca estuvo siempre al lado de María para asistirla y ayudarla en todas sus necesidades, así en Nazaret, como en todas partes. 

¡Oh, bienaventurado San José!: por aquel mutuo amor que siempre reinó entre Vos y vuestra santísima Esposa María, alcanzadme la gracia de servirla fielmente; de honrarla y amarla con todas mis fuerzas; amadla Vos, bendecidla y glorificadla por mí, a fin de que por vuestro medio se le tribute el culto que se le debe y yo no puedo dignamente darle. 

Jaculatoria.— Concededme, San José celosísimo, que honre y sirva a Jesús y a María como Vos los servisteis y honrasteis.

***

SEPTIMO DÍA. San José es llamado en el Evangelio hombre justo, hombre perfecto, que posee todas las virtudes. Poseía, por consiguiente, José, fe viva, esperanza firme, caridad ardiente para con Dios y el prójimo, humildad profundísima, y todas las demás virtudes. 

¡Oh, gran Santo, modelo perfectísimo de justicia y santidad!, dignaos alcanzarme las virtudes que poseísteis Vos en tan alto grado, y sobre todo un amor ardientísimo a Jesucristo y a su santísima Madre. 
Jaculatoria.— Guiadme, santo Esposo de María, por la senda de la perfección.

 

OCTAVO DÍA. Si los dos discípulos que iban a la villa de Emaús se sintieron inflamados de amor divino en los pocos momentos que acompañaron al Salvador y oyeron sus palabras, ¿qué deberemos pensar de las llamas de santa caridad que se encenderían en el corazón de José conversando por espacio de cerca de treinta años con Jesucristo, acariciándole y recibiendo las caricias de aquel amado Niño?

¡Oh afotunadísimo San José, que por tantos años tuvisteis la envidiable suerte de beber en la fuente de la divina caridad! Alcanzadme amor fervoroso y perseverante hacia Jesús, que me haga despreciar todo otro amor y me separe totalmente de las criaturas, para unirme estrechamente al Sumo Bien.

Jaculatoria.— Glorioso San José, haced que yo ame a mi Señor Jesús.

***

NOVENO DÍA. La vida de José en presencia de Jesús y de María, era una continua oración, rica en actos de fe, de confianza, de amor, de completa resignación a la voluntad divina, y de consagración entera de sí mismo a la gloria de Dios. Por eso el glorioso Patriarca, que después de María excedió en mérito y santidad a los demás Santos, también los supera a todos en la gloria del Cielo.

Santo Patriarca mío, alcanzadme que viva siempre unido con Dios, resistiendo los asaltos del infierno, y que muera amando a Jesús y a María.

Jaculatoria.— Jesús, José y María, con Vos descanse en paz el alma mí