jueves, 28 de abril de 2016

DIOS, ¿ENEMIGO DE LA LIBERTAD? Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 135-137)


DIOS, ¿ENEMIGO DE LA LIBERTAD?
Reflexión diaria del Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia (n. 135-137)
 El hombre puede dirigirse hacia el bien sólo en la libertad, que Dios le ha dado como signo eminente de ser creado a su imagen. La dignidad conferida por Dios al hombre implica que actúe  según su conciencia y libre elección, es decir, movido e inducido por convicción interna personal y no bajo la presión de sus impulsos o por coacción externa.
El hombre ama la libertad y la busca con pasión… y del ejercicio responsable de ella depende su crecimiento como persona y también su aportación a la comunidad. Pero la libertad no se opone a la dependencia del hombre respecto a Dios. La Revelación enseña que el poder de determinar el bien y el mal no pertenece al hombre, sino sólo a Dios. El hombre es ciertamente libre, desde el momento en que puede comprender y acoger los mandamientos de Dios. Posee una libertad muy amplia, pero no ilimitada: el hombre está llamado a aceptar la ley moral que Dios le da.
Al apartarse de la ley moral, el hombre atenta contra su propia libertad, se encadena a sí mismo, rompe la fraternidad con sus semejantes y se rebela contra la verdad divina.

Estos puntos de la doctrina católica acerca de la libertad son fundamentales en un momento histórico como el nuestro, donde se tiene a Dios como un enemigo de la libertad del hombre, de su propia felicidad y realización.  Solo Dios nos da la libertad. Y el testimonio de esto lo tenemos en tantísimo santos: ellos fueron los hombres más libres –incluso para entregar sus vidas en el martirio- porque fueron fieles a los mandamientos de Dios. Fuera de Dios y sus mandamientos, no hay felicidad posible para el hombre.