sábado, 16 de abril de 2016

MARÍA, VIRGEN AGRADECIDA CON LOS HOMBRES. VIRTUDES DE NUESTRA MADRE


MARÍA, VIRGEN AGRADECIDA CON LOS HOMBRES.
VIRTUDES DE NUESTRA MADRE
La virtud del agradecimiento nace en los corazones humildes porque no son engreídos ni orgullosos; nace en los corazones justos que saben corresponder a lo recibido; nace en los corazones ecuánimes que no se dejan conducir por las filias y las fobias en su relación con los otros. La persona agradecida demuestra ser equilibrada en sus emociones y en su psicología: se sabe no autosuficiente y necesitado de los otros, reconoce los bienes materiales y espirituales que recibe, y todo ello hace que en torno a sí y por donde pasa haya un ambiente de alegría, de tranquilidad, de amabilidad, de paz.
Hoy, en el mundo que vivimos, tristemente no está de moda ser agradecido. Todo el mundo se cree con derecho a todo y al hombre moderno le cuesta pronunciar la palabra gracias. Hemos de aprender a valorar el servicio, el tiempo, el trabajo y el sacrificio de los otros, hemos de saber responder con agradecimiento el bien que nos hacen en la  familia, en el círculo de amistades y trabajo, en la parroquia y en los lugares en los que se desarrolla nuestra vida…
La Virgen María es nuestro modelo para vivir el agradecimiento. Hemos meditado ya como siempre vivió agradecida a Dios y también a los ángeles. Hoy queremos contemplar a la Virgen María en su relación con el prójimo y como ella vivió esta virtud del agradecimiento. Es cierto que no tenemos “textos” ni “citas” para demostrarlo, pero ella es la llena de gracia y, por tanto, llena de todas las virtudes y perfecciones.
La Virgen María fue agradecida con sus padres y con su familia. Imaginemos la relación de la Virgen con sus padres San Joaquín y Santa Ana. ¿Cómo se comportaría siempre hacia ello? ¡Qué respeto y devoción tendría por sus padres y sus familiares! ¡Cuántos gestos y palabras de agradecimiento tendría hacia sus progenitores! La sagrada Escritura llama maldito al que desprecia a sus padres y pronuncia palabras muy duras hacia aquellos que no los honran. En cambio, Nuestra Señora es la bendita entre todas las criaturas porque honró y vivió agradecida a sus padres.
Nuestra sociedad está enferma de egoísmo y le falta agradecimiento. ¿Cuánto sufrimiento produce el desagradecimiento de los hijos hacia sus padres? Parémonos a hablar con los mayores, acerquémonos a los asilos y a las residencias, oigamos las experiencias de los padres y madres de familia. Ni un gesto, ni una palabra, ni una sonrisa, ni un poco de dedicación… Recordemos el mandamiento de Dios: “Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días se alarguen en la tierra que el Señor tu Dios te da”  Éx 20,12
La Virgen María vivió siempre agradecida a San José, su esposo y custodio. Vivió agradecida porque pudiendo haberla denunciado o haber huido, obedeció al ángel y la recibió como Esposa y a como hijo propio al fruto bendito de sus entrañas concebido por el Espíritu Santo. Vivió agradecida a san José por su amor, por sus cuidados, por su esfuerzo diario en traer el pan al hogar, por su delicadeza en el trato, por sus atenciones… Su agradecimiento fue vivir entregada a él, lo amó castamente y lo cuidó con todo esmero como si a Dios mismo estuviese sirviendo. San José bien pudo decir las palabras que el esposo de la mujer hacendosa pronuncia en el libro del eclesiástico: “Muchas mujeres han obrado con nobleza, pero tú las superas a todas. Engañosa es la gracia y vana la belleza, pero la mujer que teme al Señor, ésa será alabada.” En nuestra vida, ¿me comporto así con mi esposa o mi esposa? ¿me comporto así con ese amigo o amiga que tengo una relación más estrecha?
Pensemos también en el trato cotidiano de la Virgen con sus familiares y vecinos, con sus amigas… Cuantas veces pronunciaría la Virgen la palabra “gracias”… Agradecida a aquellos que venían a pedir a su puerta, a aquellos que venía a traer cosas o encargar trabajos a san José, a aquellos que traían recados… Con todos siempre agradecida.
Pensemos durante la vida pública del Señor, como estaría agradecida a los apóstoles por estar al lado de Jesús, también a aquellos que lo recibían en su casa y le daban de comer, como agradecería el buen trato dado a su hijo, el cuidado de aquellas santas mujeres que lo ayudaban con sus riquezas… Cuánto agradecimiento tendría la Virgen durante la pasión para todos aquellos que tuvieron compasión de su Hijo: la mujer de Pilatos, la Verónica, el Cireneo, José de Arimatea… Cuánto agradecimiento hacia los apóstoles después de la Resurrección y en particular hacia el apóstol Juan que la acogió y la amó como madre suya.
Ese agradecimiento de nuestra Señora no termina con su Asunción a los cielos, ella sigue siendo agradecida para con sus devotos deseando derramar gracias, dones y beneficios sobre ellos. Pensemos solamente en cuántas gracias ha prometido la Virgen a quienes recen el rosario, mediten en sus dolores o lleven sus medallas o escapularios… Recordemos este deseo de Nuestra Señora: en su aparición a Santa Catalina Labouré, nuestra Señora aparece destellando rayos desde sus manos. ¿Qué significan estos rayos? “Son los rayos símbolo de cuantas gracias concedo a quienes me las piden."
Pidamos a la Virgen ser verdaderamente devotos de ella imitando su virtud del agradecimiento y acudamos a ella con confianza pues como Madre generosa quiere concedernos muchas gracias.