martes, 14 de junio de 2016

EL ROSARIO DE HOY CON SAN BASILIO EL GRANDE


Santo Rosario.
Por la señal... 
Monición inicial: En el Calendario de la Forma Extraordinaria se hace hoy memoria de la consagración episcopal de san Basilio, llamado el Grande, Obispo, Confesor y Doctor de la Iglesia; el cual, en tiempo del Emperador Valente, señalado en doctrina y sabiduría, y adornado de todas las virtudes, resplandeció maravillosamente y defendió con inexpugnable constancia la Iglesia, contra los Arrianos y Macedonianos. Con algunas de sus enseñanzas meditamos el rosario de hoy.
Señor mío Jesucristo...  
MISTERIOS DOLOROSOS
1. La Oración de Jesús en el Huerto
“Las oraciones, en fin, además de la lectura, hacen el ánimo más joven y más maduro, ya que le mueven al deseo de poseer a Dios. Es bonita la oración que hace más presente a Dios en el alma. Precisamente en esto consiste la presencia de Dios: en tener a Dios dentro de sí mismo, reforzado por la memoria. De este modo nos convertimos en templo de Dios: cuando la continuidad del recuerdo no se ve interrumpida por preocupaciones terrenas, cuando la mente no es turbada por sentimientos fugaces, cuando el que ama al Señor está desprendido de todo y se refugia sólo en Dios, cuando rechaza todo lo que incita al mal y gasta su vida en el cumplimiento de obras virtuosas.”
2. La flagelación de Jesús atado a la columna.
“Cuando les sucede algo doloroso, no se dejen llevar por la alteración sino deben estar preparados para esta prueba. Luego, es importante aliviar la difícil situación con la esperanza de las cosas futuras. Como aquellos que tienen la vista débil, y se alejan de toda cosa resplandeciente, ellos no bajarán del cielo, sino que fueron expulsados del mirar solamente a las cosas tristes, ni ocuparse de las miserias, sino elevar los ojos con la meditación sobre los verdaderos bienes. Siempre ten a Dios en la mente y así podrás siempre alegrarte.”
3. La coronación de espinas
“Toda la vida presente es vida de tribulaciones y luchas, en cambio la futura vida, de coronas y premios. Escribe el gran Apóstol, entonces, cuando tenía que terminar la vida terrenal y pasar a la otra: "Sólo me queda recibir la corona de la salvación, que aquel día me dará el Señor, Juez justo, y no sólo a mí, sino también a todos los que la esperan con amor su venida gloriosa" (2 Tm. 4, 8). Después de la muerte pasará a la vida eterna; de la humillación de la gente, a la gloria de Dios; de los dolores de este mundo, de los castigos, a la eterna felicidad con los ángeles en el Cielo. Para aquellos que observan los mandamientos, grande paga, premio inmenso, corona de justicia, corona de felicidad, sin término, alegría inenarrable, continua permanencia con el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo, verdadero Dios; en la contemplación a Dios, cara a cara; alegría con los ángeles, con los Padres, Patriarcas, Profetas, Apóstoles, Mártires, Confesores y con aquellos que por siempre satisficieron a Dios. Busquemos que nosotros podamos con ellos llegar allá, por gracia del Señor nuestro, Jesucristo, con el cual están la gloria y la fuerza por los siglos de los siglos. Amén.”
4. Nuestro Señor con la cruz a cuestas camino del Calvario
“Aunque le parezca que ya trabajó por encima de sus fuerzas, nunca está seguro que cumplió con todas las obligaciones.”
5. La crucifixión y muerte del Señor
“Para el perfeccionamiento de tal vida es, pues, necesario imitar a Cristo no sólo en los ejemplos de benignidad, humildad y paciencia que nos mostró con su vida; sino también en el de su propia muerte, como dijo Pablo, el imitador de Cristo: asemejándome a su muerte, de modo que al cabo pueda arribar a la resurrección de los muertos (Flp 3,10-11). ¿Cómo nos haremos imitadores de su muerte? Sepultándonos con El en el Bautismo (cfr. Rm 6, 4-5). ¿De qué modo es la sepultura y qué fruto se deriva de tal imitación? Primero es necesario cortar radicalmente con la vida pasada. Y esto sólo es posible mediante una nueva generación, según las palabras del Señor (cfr. Jn 3, 3): la misma palabra regeneración significa el principio de una segunda vida, de modo que, antes de alcanzarla, es necesario dar fin a la anterior. Pues así como los que han llegado al final del estadio, antes de dar la vuelta, se paran y descansan un momento, así también parecía necesario que mediara la muerte en el cambio de las vidas, de manera que acabe primero una y comience después la siguiente.”