jueves, 9 de junio de 2016

MES DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS (DÍA 9)



PENSAMIENTO DE SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE
"Entra en este Sagrado Corazón como convidado al banquete de amor de tu único y perfecto amigo, que quiere embriagarte con el deleitoso vino de su puro amor."
MEDITACIÓN:
Después de ponerte en presencia de Dios y disponerte para la meditación confundiéndote, dando gracias, pidiendo perdón y las gracias necesarias para sacar el mayor fruto posible; considera: 
1. Jesús ha dicho: "Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo." Considera como la amistad nace de dos voluntades libres que se aman, es decir, que se desean el bien mutuamente. Por parte de Jesús no cabe duda: él quiere tener una amistad contigo, pero no quiere forzar tu libertad. Respeta tu decisión... ¿Cuántas veces has oído a Jesús llamar a la puerta y le has cerrado? ¿Cuántas veces has pospuesto abrirle la puerta cuándo llamaba? Es cierto: la amistad con Jesús implica unas exigencias, implica también unas renuncias... ¿Qué cosas, situaciones, personas... te tienen tan atrapado que no te dejan emprender ese camino de amistad? Imagínate el corazón de Jesús con la llaga abierta... introdúcete en él... permanece ahí unos instantes...
2. Jesús ha dicho. "Mi sangre es verdadera bebida". El Sacramento de la Eucaristía es el banquete sagrado donde Jesús se nos da como comida: pan de ángeles y bebida embriagadora... ¿Son así mis comuniones? ¿Tengo vivos deseos de recibir su Cuerpo y su Sangre? Si fríamente lo pienso, ¿cambiaría algo en mi vida si no comulgase? Es necesario disponerse a la Sagrada Comunión con aquella pureza, humildad y devoción con que la Virgen recibió a Jesús; con el espíritu y fervor de los santos.  Ojalá llegásemos a los vivos sentimientos de San Buenaventura: "tenga siempre mi corazón  hambre de Ti, y el interior de mi alma rebose con la dulzura de tu sabor;  tenga siempre sed de Ti, fuente de vida, manantial de sabiduría y de ciencia, río de luz eterna, torrente de delicias, abundancia de la Casa de Dios: que te  desee, te busque, te halle; que a Ti vaya y a Ti llegue; en Ti piense, de Ti hable, y todas mis acciones encamine a honra y gloria de tu nombre, con humildad y  discreción, con amor y deleite, con facilidad y afecto, con perseverancia hasta el fin; para que Tú solo seas siempre mi esperanza, toda mi confianza, mi riqueza mi deleite, mi contento, mi gozo, mi descanso y mi tranquilidad, mi paz,  mi suavidad, mi perfume, mi dulzura, mi comida, mi alimento, mi refugio, mi  auxilio, mi sabiduría, mi herencia, mi posesión, mi tesoro, en el cual esté siempre fija y firme e inconmoviblemente arraigada mi alma y mi corazón. 
Da gracias al Señor por este momento de meditación y antes de terminar haz algún propósito concreto, realista y firme para vivir lo meditado.