miércoles, 27 de julio de 2016

CELEBRAR LA FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL, ES CELEBRAR LA MISERICORDIA DE DIOS.




CELEBRAR LA FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL, ES CELEBRAR LA MISERICORDIA DE DIOS.
Homilía, 25 de julio de 2016

Queridos hermanos todos,
Un año más nos reunimos para celebrar la solemnidad del Apóstol Santiago, Patrono de España, nuestra querida patria.
Celebrar la fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios. Pues, Dios en su misericordia, "al llegar la plenitud de los tiempos, envió a su hijo, nacido de mujer a fin de que redimiera a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos la adopción de hijos." Para ello, Aquel que es la misericordia de Dios encarnada, tras una vida oculta y silenciosa en Nazaret, alejada del ajetreo mundano, comenzó a predicar la Buena Nueva de Evangelio. Escogió a doce hombres para fundar el nuevo Israel –la Iglesia-, y entre esos doce varones estaba Santiago. Jesús lo llamó junto con su hermano Juan en medio de su tarea diaria de pescador… La misericordia de Dios sorprendió a este sencillo y humilde pescador, le llamó, lo miró con amor, le invitó a seguirle para estar junto con él y convertirse en pescador de hombres.
La vocación  -la llamada de Jesús para ser sus discípulos- es una misericordia de Dios. Para Él, no somos simples seres anónimos. Dios no vive indiferente ante la suerte de sus criaturas. Él quiere ser amigo de cada uno de nosotros, nos llama y nos invita a una relación de amistad, porque su amor por nosotros es eterno.  
Santiago, nuestro apóstol, pudo experimentar el amor de Dios en la persona de Jesús: pues como dijo el Papa Francisco al convocar el Año de la Misericordia: “Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En Él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión.”
Santiago supo responder a esta llamada de la misericordia. Dejando las redes, la barca y su padre comenzó a seguir a Jesús. Se supo amado y respondió con amor. Así, también nosotros, hemos de responder a nuestra vocación cristiana con amor. La fe es la respuesta a Dios que se revela, pero una respuesta que no puede ser simplemente asentimiento intelectual o fruto de la costumbre. La fe está íntimamente e indisolublemente unida a la caridad. “No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva.” –decía el Papa Benedicto XVI en su primera encíclica.
El encuentro de Jesús con Santiago dio una orientación decisiva a su existencia adecuando su vida a la palabra de Jesús hasta llegar a dar su vida por la fe –como se narra en el libro de los Hechos de los Apóstoles-. Ese encuentro ha marcado la existencia de los otros apóstoles, como también a lo largo de la historia de tantos hombres y mujeres que han querido responder a la llamada de Jesús. También para nosotros, el encuentro con Jesús Misericordioso ha de marcar nuestra existencia y como los apóstoles tenemos que obedecer a Dios antes que a los hombres, sabiendo que los mandamientos de la ley de Dios son el camino seguro para vivir en verdad y en libertad.  
Celebrar la fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios, particularmente en su providencia con nuestra  Patria España. Hoy, desde los profundo del corazón, hemos de repetir las palabras del salmista: “Cantaré eternamente las misericordias del Señor.”  En su providencia amorosa, Dios quiso que la fe llegase a nuestra tierra -en aquellos momentos era una provincia del Imperio Romano-, por la predicación de su Apóstol Santiago. Aquella predicación fue la semilla enterrada que daría mucho fruto, a pesar del aparente fracaso inicial. Prueba de ello, son las grandes gestas de la historia de España. Una historia que no simples acontecimientos, sino una historia íntimamente unida a la fe en Jesucristo. 
Aquellos que quieren hacer de España una nación laica, sin Dios, sin Iglesia, sin Religión no tienen otro fin que destruir lo que España ha sido y lo que la identifica. Su fin es matar el espíritu del pueblo español. Quieren arrancar el alma de nuestra patria, para dejarla a la merced de las pasiones más bajas del hombre, de las modas cambiantes y de la cultura de muerte que busca imponerse. 
Es necesario hacer memoria y recordar las misericordias de Dios para con nuestro pueblo, como tantas veces el Señor en la historia de la salvación pide al pueblo de Israel.
Hemos de recordar y dar gracias por la llamada a la fe y predicación del Apóstol Santiago así como la aparición de la Virgen del Pilar en Zaragoza para confortar al apóstol mostrando su predilección por nuestra tierra, que puede llamarse como dijo el Papa Juan Pablo II: “España, tierra de María.” Hemos de recordar y dar gracias también por la bendición que supone para nuestra patria el contar con la presencia de los restos mortales del Apóstol en Compostela, traídos por sus discípulos tras ser decapitado en Jerusalén. Su presencia en Compostela es fuente de bendiciones: el apóstol intercede por todos los pueblos de nuestra patria, por cada familia, por cada uno de los españoles. Su sepulcro en Santiago ha configurado con el fenómeno de la peregrinación lo que España y Europa son en la actualidad.
Hemos de recordar y dar gracias por la muchedumbre de mártires que jalonan el martirologio español desde las persecuciones romanas, pasando por la invasión musulmana, hasta la persecución religiosa de los años 30 del siglo XX, que son el orgullo y el honor de nuestro pueblo.
Hemos de recordar y dar gracias por la ardua empresa de la defensa de la patria y de la fe en la reconquista culminada con la toma y victoria de Granada en 1942 por SSMM los Reyes Católicos. Victoria y triunfo no debida solo a las armas y a la técnica de guerra. En aquella empresa, nuestros mayores contaron con la protección de Dios, la intercesión de la Virgen desde su Santuario de Covadonga y la intervención gloriosa de Santiago. Su ardor en la defensa de la patria era impulsado por la fuerza de su fe. 
Hemos de recordar y dar gracias por las misericordias de Dios para con nuestro pueblo, al ser escogido entre las otras naciones católicas, para llevar la fe a todo un nuevo continente. Gracias a España, millones de personas han conocido el amor de Dios y han sido liberados de la ley del pecado, para gozar de la dicha de ser hijos de Dios. No creamos los “leyendas negras”  cuyo único propósito es descreditar nuestra historia, nuestra fe y el nombre de la Iglesia.
Celebrar la fiesta de Santiago Apóstol, es celebrar la misericordia de Dios, que se hace palpable y adquiere un rostro en cada cristiano que responde al amor de Dios. Como Santiago y Juan somos invitados por Jesús a beber su  cáliz, el cáliz del amor, el cáliz de la entrega desinteresada, del amor gratuito, de la propia donación hasta la dar la propia vida como Jesús en la cruz. Una donación que se concreta en nuestra vida de caridad y en la práctica de las obras de misericordia. Entonces, la petición de los apóstoles podrá ser verdad, podremos sentarnos a derecha e izquierda en el Reino y podremos oír las palabras de Jesús: “Venid, benditos de mi Padre, heredad el Reino de preparado para vosotros, desde la creación del mundo, porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber…”
Terminemos, queridos hermanos, poniéndonos a las plantas del Glorioso Apóstol Santiago, y pidamos con las palabras del himno majestuoso que hoy resuena en toda España: Santo Adalid, Patrón de las Españas, Amigo del Señor: Defiende a tus discípulos queridos, protege a tu nación. Amén.