lunes, 13 de marzo de 2017

BUENO ES BUSCAR LA VIDA DE CRISTO. San Agustín



LUNES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

HOMILIA DE SAN AGUSTIN, OBISPO
Tratado 38 sobre San Juan, después del principio
Hablo el Señor a los Judíos, diciendo: Yo me voy. En verdad que la muerte fue para Cristo Señor la partida para aquel lugar de donde había venido y del que no se había apartado. Yo, dijo, me voy, y me buscareis no con el deseo sino con el odio. Y ciertamente, después que se apartó de la vida de los hombres, le buscaron los que le aborrecían y los que le amaban: aquellos persiguiéndole; estos deseando poseerle. En los Salmos dice el mismo Señor por el Profeta: “No tengo miedo de huir, ni hay quien busque salvar mi vida”. Y asimismo en otro lugar leemos en el Salmo: “Confusión y vergüenza para los que atentan contra mi vida”
Reprendió a los que no le buscaban; condenó a los que le requerían. Bueno es buscar la vida de Cristo, si se hace como los discípulos; y es malo buscar la vida de Cristo, si se hace como los Judíos. Los primeros le buscaron para poseerle; estos últimos para darle muerte. Veamos, pues, que dijo a los que le buscaban de una manera mala y con un corazón perverso. Me buscáis y no penséis que me buscáis bien, ya que moriréis en vuestros pecados. Buscar mal a Cristo es morir en el pecado, o odiar al único que podría salvarnos
A la verdad, los hombres cuya esperanza está en Dios, no deben volver mal por mal; estos, no obstante, volvían males por los bienes recibidos. Por lo mismo, el Señor les predijo que morirían en su pecado. Después añadió: “A donde yo voy, vosotros no podéis ir”. Esto mismo dijo en otro lugar a sus discípulos. Y con todo no le dijo:” Moriréis en vuestro pecado”. Pues ¿Qué dijo? Pues lo mismo que a estos: “A donde yo voy, vosotros no podéis venir”. No les quito la esperanza, sino que les predijo la dilación. Ciertamente cuando el Señor decía esto a sus discípulos, entonces no podían ir al lugar donde él iba, mas irían después. Pero a los que dijo: “moriréis en vuestro pecado”, estos jamás podrán ir.
Transcripto por gentileza de Dña. Ana María Galvez