jueves, 8 de junio de 2017

MES DE JUNIO EN HONOR AL CORAZÓN DE JESÚS (8)




ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS:
A ti, Jesús, que vives y reinas con Dios Padre y el Espíritu Santo, elevamos este acto de fe, de esperanza, adoración y caridad porque en tu Sagrado Corazón reconocemos la manifestación plena de tu amor por nosotros. Acepta también nuestro deseo de reparar tu Corazón por tantas ofensas e indiferencias.
Con el Ángel de la Paz y todos los coros de los ángeles, con los santos Francisco y Jacinta Marto y todos los santos, unidos a tantas almas que te han amado dignamente, decimos:
Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. (tres veces)

Jesús, manso y humilde de corazón,
R/. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

8. JESÚS MISMO DEBE SER NUESTRA VIDA
De los escritos del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo italiano
No solamente debemos vivir en Jesucristo, sino que Él mismo debe ser nuestra vida y debe vivir en nosotros. Vivir en nosotros con su espíritu, con su gracia, con el sello de sus misterios, con la  aplicación de sus méritos, con la eficacia de sus Sacramentos y, sobre todo, con el de su Cuerpo y el de su Sangre, de manera que podamos decir con el Apóstol: no soy yo el que vive, sino Jesucristo que vive en mí. Ello quiere decir, escribe el dulce Doctor de Ginebra, San Francisco de Sales, que Jesús habita en nuestro corazón, y en él reina como dueño y como rey; que su espíritu se extiende, se dilata en nosotros, y como un calor vital allí señorea, endereza todo, calienta todo, santifica todo, diviniza todo, y ama en el corazón, piensa en la mente, habla en la lengua, opera en las manos y las fuerzas se consumen en Él, los estudios se hacen para su gloria, los deberes se cumplen por su gracia, los dolores se padecen por su amor, los esparcimientos, los mismos alimentos se toman para agradarle a Él, su trono está levantado en el interior del cristiano: el reino de Dios ya está dentro vosotros.
 
PARA FINALIZAR:
Todos juntos recitamos el acto de reparación enseñando por el ángel a los pastorcitos de Fátima:


Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que El mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.

Sagrado Corazón de Jesús, R/. En vos confío.
Inmaculado Corazón de María, R/. Sed la salvación mía. Ave María Purísima, R/. Sin pecado concebida.