viernes, 23 de junio de 2017

MES DE JUNIO EN HONOR AL CORAZÓN DE JESÚS (23)




ORACIÓN PREPARATORIA PARA TODOS LOS DÍAS:
A ti, Jesús, que vives y reinas con Dios Padre y el Espíritu Santo, elevamos este acto de fe, de esperanza, adoración y caridad porque en tu Sagrado Corazón reconocemos la manifestación plena de tu amor por nosotros. Acepta también nuestro deseo de reparar tu Corazón por tantas ofensas e indiferencias.
Con el Ángel de la Paz y todos los coros de los ángeles, con los santos Francisco y Jacinta Marto y todos los santos, unidos a tantas almas que te han amado dignamente, decimos:
Dios mío, yo creo, adoro, espero y os amo.
Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no os aman. (tres veces)

Jesús, manso y humilde de corazón,
R/. Haz nuestro corazón semejante al tuyo.

23. LA FE ES EL MÁS GRANDE DE LOS DONES DE DIOS
De los escritos del beato Juan Bautista Scalabrini, obispo italiano
La fe es un don de Dios, el primero, o mejor dicho, el más grande de los dones de Dios, que en su infinita misericordia nos haya otorgado. Sin ella es imposible ser de su agrado.
¿Qué es esta fe?  Es ella que nos acerca a Dios y nos descubre sus misterios; es ella que ilumina y sublima nuestra razón, es ella que ennoblece nuestros afectos, es ella que infunde en nuestra alma el bálsamo de los consuelos celestiales, el coraje, la fuerza para sostener las luchas de la vida. ¿Qué sería el hombre sin la fe? Sin la fe el hombre no conoce nada realmente sobrenatural, no saborea nada a santidad, no puede obrar nada bueno y virtuoso que sea merecedor de premio eterno (...). Sin fe, el hombre está perdido.
Es la fe que nos revela con seguridad nuestro origen, nuestra caída, nuestra regeneración en Cristo, nuestro destino inmortal. Es la fe que nos señala todos los medios para lograr poseerlo, como son los sacramentos, la oración, las buenas obras. Es la fe que nos hace mirar a todos los hombres como hermanos. Es la fe que en todos los acontecimientos terrenales, alegres o tristes, nos muestra la mano piadosa de Dios, que dispone todo para nuestro bien.

PARA FINALIZAR:
Todos juntos recitamos el acto de reparación enseñando por el ángel a los pastorcitos de Fátima:
Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Nuestro Señor Jesucristo,
presente en todos los sagrarios de la tierra,
en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que El mismo es ofendido.
Y por los méritos infinitos de su Sacratísimo Corazón
y del Corazón Inmaculado de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.

Sagrado Corazón de Jesús, R/. En vos confío.
Inmaculado Corazón de María, R/.  Sed la salvación mía.
Ave María Purísima, R/. Sin pecado concebida.