domingo, 4 de junio de 2017

¿POR QUÉ VINO EL ESPÍRITU SANTO EN PENTECOSTÉS? Santo Tomás de Villanueva



Comentario al Evangelio

DOMINGO DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano 
¿Por qué vino el Espíritu Santo en Pentecostés? Por tres causas:
PORQUE ERA DESCONOCIDO. Dios Padre era conocido, o por lo menos podía conocerse, en todo el mundo. El Verbo había sido entrevisto por los antiguos filósofos y, además, se había manifestado espléndidamente en Cristo, pero el Espíritu Santo permanecía desconocido. Paréceme la causa de este desconocimiento el que su origen no tiene semejanza alguna en la naturaleza. No ha habido filosofo que pudiera imaginarse el origen de un ser por espiración y no por generación.
PARA MANIFESTAR LA BONDAD Y CARIDAD DEL PADRE. La segunda razón consiste en que era necesario que el Paráclito viniese para manifestar a los hombres la bondad y caridad de Dios, fin que le asignaba San Pablo cuando decía: No hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu de Dios, para que conozcamos los dones que Dios nos ha concedido. (1 Cor. 2,12).
En efecto la magnificencia de la encarnación del Verbo y la redención de los hombres no podían conocerse sino por las enseñanzas del Espíritu Santo, que, habiendo hablado primero por los profetas, nos esclarece después los misterios y figuras antiguas. ¿De qué nos servirían la encarnación y redención si no las conociéramos? Pues bien, el mismo Señor nos anunció al Paráclito que daría testimonio de Él y nos enseñaría la verdad de parte suya (Io. 15,26; 16,13). ¿Quién como Él podría enseñarnos, si una sola de sus lecciones convirtió en grandes sabios a pescadores humildes?
PARA COMPLETAR LA OBRA DE CRISTO. La tercera razón por la que convenía descendiera el Espíritu Santo es para completar la obra de Cristo, el cual vino a la tierra a convertirnos en hijos de Dios y coherederos de su gloria.
¡Qué admirable es la generación  sobrenatural del mundo! Cristo dejo la semilla. Son los apóstoles. Pero baja el Espíritu Santo, extiende sus alas sobre ellos, y aquel calor divino hace florecer la generación nueva de águilas que se lanza a conquistar el orbe. Del mismo modo que el Hijo nació de María por obra del Espíritu Santo, he aquí a estos hijos de una Madre virgen, la Iglesia, que el Espíritu Santo ha fecundado. ¡Oh cenáculo, seno materno donde hombres ancianos forman la raza nueva del Espíritu Santo! ¡Oh prole magnífica y generación brillante, despojo del hombre viejo que se ha trasformado en criatura nueva! El profeta Isaías la ve desde lejos y admirado grita: ¿Quién oyó cosa semejante? ¿Quién vio nunca tal cosa? ¿Nace un pueblo en un día? Una nación ¿nace toda de una vez? Pues Sion ha parido a sus hijos antes de sentir dolores (Is. 66,8)
Santo Tomás de Villanueva
Por gentileza de Dña. Ana María Galvez