jueves, 13 de julio de 2017

TERCERA APARICIÓN DE LA VIRGEN DE FÁTIMA. 13 de julio de 1917



3ª APARICIÓN DE LA VIRGEN 
     FÁTIMA, 13 DE JULIO DE 1917
“-¿Qué desea de mí?, pregunté.
 -Quiero que volváis el trece del mes que viene y que continuéis rezando el rosario todos los días en honra de nuestra Señora del Rosario, para obtener la paz del mundo y el fin de la guerra, porque sólo Ella os puede ayudar.
-Quería que nos dijese quién es y que hiciera un milagro para que todos crean que usted se nos aparece.
-Continuad viniendo todos los meses. En octubre diré quien soy y lo que quiero, y haré un milagro para que todos vean y crean.
Aquí hice algunas peticiones que ahora no recuerdo bien. Lo que me acuerdo es que nuestra Señora dijo que para alcanzar durante el año las gracias que pedían era necesario que rezasen el rosario. Y continuó:
-Sacrificaos por los pecadores y decid muchas veces, sobre todo cuando hagáis algún sacrificio: Jesús, por vuestro amor, por la conversión de los pecadores y en reparación por los pecados cometidos contra el Inmaculado Corazón de María.
Al decir estas palabras, de nuevo abrió las manos como en los meses anteriores. El reflejo pareció penetrar la tierra y vimos como un mar de fuego. Sumergidos en este fuego estaban los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas con forma humana. Llevados por las llamas que de ellos mismos salían, juntamente con horribles nubes de humo, flotaban en aquel fuego y luego caían para todos los lados igual que pavesas en los grandes incendios sin peso y sin equilibrio, entre gritos de dolor  y desesperación que horrorizaban y hacían estremecer de espanto. Debió ser ante esta visión cuando dije aquél “¡Ay!”, que dicen me oyeron.
Los demonios se distinguían por formas horribles y repugnantes de animales es-pantosos y desconocidos, pero transpa-rentes igual que carbones encendidos.
Asustados y como para pedir socorro, levantamos la vista a nuestra Señora que nos dijo con bondad y tristeza:
-Visteis el infierno donde van las almas de los pobres pecadores. Para salvarlos Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si hacen lo que yo os diga se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra va a acabar. Pero si no dejan de ofender a Dios, en el reinado de Pío XI comenzará otra peor. Cundo veáis una noche alumbrada por una luz desconocida, sabed que es la gran señal  que Dios os da de que va a castigar al mundo por sus crímenes por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones a la Iglesia y al Santo Padre.
Para impedirlo vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora de los primeros sábados. Si atendieran a mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, ella esparcirá sus errores por el mundo promoviendo guerras y persecuciones contra la Iglesia. Los buenos serán martirizados, el Santo Padre tendrá mucho que sufrir, varias naciones serán aniqui-ladas. Por fin mi Corazón Inmaculado triunfará. El Santo Padre me consagrará Rusia que se convertirá y será concedido al mundo algún tiempo de paz. En Portugal se conservarán siempre los dogmas de la fe, etc.…, esto no se lo digáis a nadie. A Francisco sí, podéis decírselo.
Cuando recéis el rosario decid después de cada misterio: “Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y especialmente a las que más lo necesiten”.
Se siguió un momento de silencio y pregunté:
-¿No quiere más de mí?
 -No, hoy no quiero más.
Y, como de costumbre, comenzó a elevarse en dirección al este, despareciendo en la inmensa lejanía del firmamento”.