domingo, 12 de noviembre de 2017

QUE VUESTROS HIJOS NO PIERDAN EL FRUTO DEL BAUTISMO. San Juan María Vianney



Comentario al Evangelio

XXIII DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Forma Extraordinaria del Rito Romano
Padres y madres, jamás debéis dejar que vuestros hijos pierdan el fruto del Bautismo; ¡cuán ciegos y crueles seríais! La Iglesia acaba de salvarlos mediante el Bautismo, y ¿vosotros, con vuestra negligencia, los restituiríais al demonio? ¡Pobres hijos!, en qué manos tuvisteis la desgracia de caer! (…)Habréis de convenir conmigo en que, a medida que vuestros hijos van creciendo, debéis redoblar vuestras oraciones y cuidados, pues los peligros son mayores y las tentaciones aumentan. Mas, decidme, ¿es esto lo que hacéis? Desgraciadamente, no. Mientras vuestros hijos eran pequeños, procurabais hablarles de Dios, y los acostumbrabais a rezar las oraciones; vigilabais su comportamiento, les preguntabais si habían ido a confesarse, si habían asistido a la santa Misa; cuidabais de que acudiesen al catecismo. Mas, en cuanto llegaron a los dieciocho o veinte años, lejos de mantenerlos en el amor y temor de Dios, de pintarles la felicidad de los que le sirven en esta vida, el pesar que sentiremos al morir y vernos perdidos; ¡ay!, esos pobres hijos se os presentan llenos de vicios, habiendo quebrantado ya mil veces los divinos preceptor sin conocerlos; su corazón está lleno de las cosas terrenas y vacío de las cosas de Dios. Y solo le habláis del mundo.
San Juan María Vianney