martes, 13 de marzo de 2018

LA MISMA RESURRECCIÓN NOS CIRCUNCIDA. San Agustín




COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA

MARTES DE LA IV SEMANA DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

COMENTARIO DE SAN AGUSTÍN, in Ioanem tract. 28
Tal vez aquella circuncisión, prefiguraba al mismo Señor; porque, ¿qué es circuncisión, sino despojo de la carne? Significa, pues, la separación de las pasiones carnales del corazón: y no se mandó sin causa alguna que consistiese en la sección de la carne por donde se procrea la criatura de los mortales, porque por un sólo hombre entró el pecado en el mundo ( Rom 5,12). Y por tanto, todo hombre nace con pecado, porque trae consigo el vicio de su propagación, y no purifica Dios del vicio con que cada uno nace, ni de los vicios que se acumulan viviendo mal, sino por medio de Jesucristo: y ésta es la razón porque circuncidaban con cuchillos de piedra, y figuraban a Jesucristo con el nombre de " la piedra ". Y por eso debía verificarse, en el octavo día, después de haber nacido la criatura, porque el Señor resucitaría después del día séptimo, que era el sábado, o sea en el domingo. La misma resurrección nos circuncida, esto es, nos quita los apetitos carnales. Comprended que la obra buena que yo he realizado en sábado, al salvar por completo a un hombre, tiene esta significación: porque fue curado para que sanase del cuerpo, y creyó para sanar del alma. Se os ha prohibido trabajar en cosas serviles en el día de sábado: ¿acaso es obra servil curar a un hombre en sábado? Coméis, ciertamente, y bebéis en sábado, porque esto afecta a la salud, en lo cual probáis que las obras que atañen a la salud no deben omitirse en el día de sábado. 
Mas esto que el Salvador hizo notar con este motivo, parece que cuesta gran trabajo dejar de hacerlo en este mundo, o sea el no juzgar personalmente. El Señor amonesta con esto a los judíos y a nosotros; mas lo que resonaba como muy bueno en la boca del Señor, se ha escrito para nosotros, y se predica por nosotros: el Señor está arriba, pero también el Señor aquí existe como verdad, y el cuerpo del Señor, en que resucitó, puede estar en un solo lugar, pero su verdad está difundida en todas partes. ¿Quién es, pues, el que no juzga personalmente? El que ama del mismo modo; y cuando honramos a los hombres de diverso modo, según sus dignidades, debe temerse que hagamos acepción de personas: muchas veces juzgamos entre un padre y un hijo, y no igualamos al hijo con el padre en cuanto al honor, sino que lo preferimos si es mejor la causa del hijo que la del padre, guiándonos por la verdad, concediéndole así el honor debido, para que la justicia no pierda su mérito.