viernes, 2 de marzo de 2018

LA VIÑA ES NUESTRA IMAGEN: EL LABRADOR ES EL PADRE OMNIPOTENTE; LA VID ES JESUCRISTO Y NOSOTROS SOMOS LOS SARMIENTOS. San Ambrosio



 COMENTARIO AL EVANGELIO CATENA AUREA

VIERNES DE LA II DE CUARESMA
Forma Extraordinaria del Rito Romano

San Ambrosio
La mayor parte interpretan de distinto modo la palabra viña; pero Isaías dice claramente que la viña del Señor es la casa de Israel. ¿Quién sino Dios plantó esta viña?
No porque el Señor se fuese de un lugar a otro, puesto que está presente en todas partes; sino porque está más presente a los que le aman, y ausente de los que le desprecian. Estuvo ausente mucho tiempo para que se viese que su exigencia no era inmediata, porque cuanto más indulgente es la liberalidad, tanto menos excusa admite la contumacia.
Sucedió, pues, que mandó a muchos otros, a quienes los judíos -de quienes nada pudieron sacar- los despidieron sin honor como inútiles. Por esto sigue: "Y volvió a enviar otro siervo".
Los pérfidos judíos, deseando que desaparezca el Hijo unigénito, o digámoslo así, el heredero que les había enviado, le mataron crucificándole y le arrojaron negándole. Por esto continúa: "Cuando los colonos le vieron venir pensaron entre sí y dijeron: Este es el heredero: matémosle, para que sea nuestra la heredad". El heredero es Jesucristo, y también el testador; heredero porque sobrevivió a su propia muerte y alcanzó de los testamentos que El mismo nos ha dado, la herencia que representa nuestro aprovechamiento.
Muy oportunamente pregunta para que se condenen por su propia sentencia. Sigue, pues: "¿Qué hará con ellos el dueño de la viña?"
Dice que vendrá el señor de la viña, porque en el Hijo está la misma majestad paterna, o porque en los últimos días se manifestará más patente en las cosas humanas.
También la viña es nuestra imagen. El labrador es el Padre omnipotente; la vid es Jesucristo y nosotros somos los sarmientos (Jn 15). Con toda propiedad, pues, se llama viña de Cristo al pueblo; ya porque tiene sobre la frente la señal de la cruz, ya porque le recoge su fruto en la última estación del año, o ya también porque a semejanza del orden con que están plantadas las vides, pobres y ricos, siervos y señores, todos tendrán sin diferencia el mismo lugar en la Iglesia. Y así como la vid se adhiere a los árboles, así el cuerpo al alma. El labrador inteligente acostumbra a cavar y podar esta viña para que no sea demasiado frondoso su follaje, y una infructuosa jactancia de palabras no impida la madurez de su índole espiritual; y estando plantada esta viña en todo el mundo, la vendimia debe ser universal.