lunes, 9 de abril de 2018

EL CORAZÓN MISERICORDIOSO DE LA VIRGEN MARÍA. Homilía


Triduo de la Divina Misericordia 2018
Tercer día, sábado 7 de abril

El corazón misericordioso de la Virgen María
Coincide nuestra preparación para la fiesta de la Divina Misericordia con el primer sábado de mes en el que queremos de modo particular honrar y reparar el Inmaculado Corazón de la Virgen María.
Su Corazón inmaculado es obra de la misericordia de Dios y fuente al mismo tiempo de misericordia.
Todo lo que hay en María, como todo lo bueno que existe, tiene su origen en Dios y es obra suya. Al contemplar la belleza, bondad y santidad de la Virgen María vemos la obra de la gracia de Dios que realiza en sus criaturas maravillas.
En este día, contemplemos su misericordia, crezcamos en agradecimiento, entonemos nuestro cántico de acción de gracias por la Virgen María y con ella digamos: el Poderoso ha hecho obras grande en ti, porque es eterna su misericordia.

El corazón de María obra de la misericordia de Dios
Sí. Demos gracias a Dios de todo bien por la Virgen Santísima.
El Señor la predestinó en el decreto mismo de la encarnación del Hijo de Dios, para estar estrechamente unida a su Hijo Jesucristo en la obra de la Salvación, porque es eterna su misericordia.
Dios la eligió desde la eternidad para Madre de Jesucristo, y como Madre suya, la ama con amor único, y adornada y enriquecida con privilegios y dones del todo singulares, porque es eterna su misericordia.
Dios la llenó de toda gracia, la hizo bendita sobre todas las mujeres, libre de pecado, redimida por Cristo con redención eminente y singularísima, porque es eterna su misericordia.
Dios la hizo Inmaculada desde el primer instante de su Concepción; libre de toda culpa personal hasta la más leve, y sin el más pequeño desorden que la inclinase al pecado, porque es eterna su misericordia.
El Hijo de Dios, por obra del Espíritu Santo, se encarnó en su seno, tomando de ella nuestra naturaleza humana, como hijo suyo verdadero, siendo con toda verdad, la Madre de Dios, porque es eterna su misericordia.
Dios quiso preservar su virginidad antes, durante y después del parto, permaneciendo  siempre Virgen, siendo toda de Dios y para él, porque es eterna su misericordia.
Jesucristo, Hijo de Dios e hijo de la Virgen María, quiso asociarla a su obra redentora,  constituyéndola en Madre y Corredentora de los hombres, porque es eterna su misericordia.
Dios quiso que aquella que dio al mundo al vencedor de la Muerte y del Pecado no experimentase la corrupción del sepulcro, y acabado el término de su vida mortal, resucitada, fue en su Asunción elevada en cuerpo y alma al Cielo, asemejada en todo a  su Hijo Jesucristo, coronada como Reina del Universo, exaltada sobre los ángeles y los santos, y hecha Medianera y Dispensadora de todas las gracias, porque es eterna su misericordia.
Dios concedió a la Virgen un corazón misericordioso lo más semejante al suyo para que tuviera misericordia de nosotros, porque su amor es eterno.

El Corazón de María misericordioso para nosotros.
Queridos hermanos: quisiera que nos fijásemos hoy en la Maternidad de la Virgen María porque esta es fruto también de su misericordia para con nosotros. En la Hora de la Misericordia, unos instantes antes de expirar en el madero de la cruz y que su costado fuese traspasado brotando de él sangre y agua, que son la gracia y la misericordia, Nuestro Señor Jesucristo quiso hacerla Madre de todos los hombres en la persona del discípulo amado.
Mujer, ahí tienes a tu Hijo.
¿A quién se le habría ocurrido, qué mente podría imaginar, quién habría podido pedir tal cosa?  ¡Qué la Madre de Dios fuese nuestra madre! ¡Qué aquella que no conoció el pecado se hiciese madre de pecadores! ¡Qué aquella cuyo corazón inmaculado era todo de Dios se tuviese que dar por entero a los hombres!
Solamente Dios puede hacer una cosa así, solamente Aquel que es Amor puede darse de esa manera.
María es Madre nuestra y como verdadera madre misericordiosa.
Si el atributo más grande de Dios es su misericordia, y el amor de una madre es lo más parecido en la tierra al amor divino, el amor de la Virgen María por nosotros es siempre misericordioso.
Así la invoca la iglesia en la Salve: como Reina y Madre de Misericordia.
Así también hemos de invocarla nosotros, consagrándonos a ella como hijo y esclavos de amor, sabiendo que es la forma más perfecta de devoción, porque el mismo Dios se hijo su hijo y esclavo en su seno.
San Luis María Grignon de Monfort nos dice como es la forma de actuar del Corazón Inmaculado de María. Dice el Santo: “La Santísima Virgen es Madre de dulzura y misericordia, y jamás se deja vencer en amor y generosidad… ella se entrega también a ti plenamente en forma inefable. Hace que te abismes en el piélago de sus gracias, te adorna con sus méritos, te apoya con su poder, te ilumina con su luz, te inflama con su amor, te comunica sus virtudes: su humildad, su fe, su pureza, etc.; se constituye tu fiadora, tu suplemento y tu todo ante Jesús.”
Si esta es la forma en que la Virgen actúa con nosotros, confiemos en su fidelidad, apoyémonos en su poder y tengamos nuestro fundamento en su misericordia y caridad, para que Ella conserve y aumente nuestras virtudes y méritos a pesar de nuestros enemigos: mundo, demonio y carne, que  no cesan en su lucha contra nosotros.
Digámosle con san Luis María:
“Recibe, por favor, Virgen Santísima, Reina y Madre de Misericordia, cuanto poseo y consérvamelo con tu fidelidad y tu poder.
Si tú me guardas, no perderé nada;
Si me sostienes, no caeré;
si me proteges, estaré seguro ante mis enemigos.”
Jesús confío en ti, Virgen María confío en tu.
Sagrados Corazones de Jesús y de María, misericordiosos para con nosotros, en vosotros confiamos.