domingo, 13 de agosto de 2017

PELIGROS DEL ORGULLO. Santo Tomás de Villanueva



 
X DOMINGO DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
FORMA EXTRAORDINARIA DEL RITO ROMANO

El orgullo es la raíz de todos los pecados, porque el orgulloso se convierte en avaro para mantener su fausto, en glotón por ostentación, en perezoso, porque se cree ya con suficiente virtud y, aunque avaro, es prodigo por vanidad. Y no digo nada de su obstinación, desobediencia, hipocresía, espíritu peleón y otro tantos vicios que tienen en el orgullo su fuente. Dice San Gregorio (cf. Moral., 1,34 c. último) que, así como la humildad es la señal más segura de la predestinación, el orgullo lo es de la reprobación.
a)    Vicio oculto
Además es peligrosísimo por tres razones. La primera porque es un vicio oculto. Todos los demás se manifiestan claramente, como la glotonería, la avaricia, la cólera, en tanto que la mayoría de las veces somos esclavos del orgullo sin advertirlo, porque es un vicio interior que se cubre, como con una piel de oveja, con la apariencia de humildad, escondiendo una infernal ambición. Cuando los apóstoles venían alegres por haber obrado milagros, el Señor les advierte que no se alegrasen de ello, sino de que su nombre este escrito en el cielo (Lc. 10,17).
De ahí nace el que busquemos los dones de Dios y hasta las virtudes, no por Dios, sino por nuestra propia excelencia, como demuestra claramente la envidia que nos embarga cuando vemos que otro los posee y hasta nos adelanta.
b)    Se presenta en publico
En segundo lugar, el orgullo es peligroso porque se presenta en público. Todo el mundo se avergüenza de sus vicios, pero, en cambio, se complace en hacer ostentación de los motivos de su orgullo. Ahí tenéis al soberbio enseñando a todos sus lujos, sus casas, sus muebles, tapices, dignidades; en fin, toda la paja que sirve para encender su vanidad. Por eso mismo, porque este vicio no está sujeto a la vergüenza en mucho más difícil de corregir.
c)    El último en abandonar al hombre
Finalmente, el orgullo es peligroso, porque es el último en abandonar al hombre, aunque sea quizá el primero que le ataque. Cuando se han vencido todos los vicios, queda todavía la última victoria y la lucha más difícil y más peligrosa, humillar el orgullo.
¡Oh miseria extrema la del hombre, que, cuando quiere descansar, ve que le comienza la mayor fatiga! Ya eres justo, perfecto; ya abundas en toda clase de bienes y de virtudes, y esa misma abundancia se va a convertir en la principal causa de tus temores. Ahora es cuando debes comenzar a temer la soberbia. Ten en cuenta que este vicio nació en el cielo y se apega especialmente a las almas celestiales, ¿Hay alguien más santo que San Pablo? Y, sin embargo, cuando ya no tenía que combatir la carne y la sangre, cuando había recorrido los cielos, de repente tiene miedo de que la grandeza de sus revelaciones le envanezca, y he aquí que se le da un aguijón de la carne que le abofetee para humillarle e impedirle que el orgullo le derribe. Y ¿no temeremos nosotros n vicio que San Pablo temió?                                                                                                                         
Santo Tomas de Villanueva